El día 11 de junio del presente año, el Presidente Obiang anunció la convocatoria de la llamada VI Mesa de Diálogo Nacional (VI MDN), en un acto ceremonioso celebrado en el Palacio del Pueblo en Malabo. La ceremonia contó con la presencia de todo el Gobierno, representantes de los órganos constitucionales, líderes de los partidos políticos legalizados, embajadores y representantes de organismos internacionales acreditados en Guinea Ecuatorial. No sorprendió, pues, la solemnidad del acto, sino el discurso del fundador del PDGE, que por primera vez reconoció “lagunas” en el proceso de democratización, afirmando que “toda queja política encierra supuestamente la falta de un derecho básico que demande el Pueblo”. Obiang dijo que la Mesa de diálogo iba a servir para que “con carácter general entre el Gobierno, Instituciones Públicas, Partidos Políticos legalizados, Líderes y Activistas Políticos y la Sociedad Civil”, lleven a cabo un “régimen de discusiones de la Ronda de Negociaciones con absoluta libertad, sin limitaciones ni restricciones, teniendo por objeto definir toda circunstancia, causa o actitudes que violen los derechos y libertades fundamentales del ciudadano susceptibles de alterar la paz, armonía, reconciliación y solidaridad del Pueblo”. Este discurso sorprendente hizo creer a los analistas que, en fondo del anuncio, estaba el supuesto intento de golpe de Estado del 24 de diciembre. Decimos “supuesto” porque, más de siete meses después de los hechos, no ha habido proceso judicial alguno para que los tribunales competentes digan al pueblo qué es lo que pasó. En el anuncio, el Jefe del Estado invitó también a la diáspora a participar en el diálogo.
El mismo día, CPDS hizo un comunicado, en el que, entre otras cosas, decía que la anunciada mesa de diálogo, al tener el mismo planteamiento que la fracasada de noviembre de 2014, no podría dar los resultados esperados si no se involucraba, en su organización, diseño y determinación de los objetivos, a todas las partes afectadas. También decía dicho comunicado que, teniendo en cuenta que un diálogo serio no se puede preparar en un solo mes, y que tampoco lo debe preparar una sola parte de las implicadas en el proceso, el Presidente Obiang debía aplazar la fecha para el diálogo que él mismo había fijado de forma unilateral, con el fin de dar tiempo a que se formasen Comisiones mixtas para la preparación, diseño y organización de la VI Mesa de Diálogo.
También exigió CPDS la presencia de observadores internacionales y que, para bajar la tensión política reinante entonces ̶̶ y ahora ̶̶ en el país y dar credibilidad al Diálogo ante la opinión pública nacional e internacional, el Gobierno debía, entre otras cosas, liberar a los presos políticos e instruir a la RTVGE para que realizase entrevistas diarias a los dirigentes de la oposición, ya que esos medios de comunicación deben servir a todos y no única y exclusivamente al gubernamental PDGE.
Al día siguiente, 12 de junio, CPDS y UCD firmaron, con todos los partidos de la coalición electoral del PDGE, una carta dirigida al Ministro del Interior, pidiendo que la duración del desarrollo del diálogo no fuera de cinco días, como quería el Gobierno, sino de tres semanas. Enviaron, asimismo, un escrito al Primer Ministro y al propio Obiang pidiendo un encuentro con estos al constatar que el ministro Clemente Engonga Nguema Onguene no respondía a su carta. No hubo respuesta de ninguno de ellos.
Como cumpliendo las exigencias para un diálogo serio, planteadas por CPDS, Obiang permitió que RTVGE hiciera entrevistas a los dirigentes de la Oposición, invitó a observadores internacionales ̶̶ otra exigencia de CPDS ̶̶ y decretó una “Amnistía Total” el día 4 de julio.
Pese a estos pasos aparentemente positivos, la insistencia del Gobierno en seguir con un programa absolutamente cerrado e inflexible, hacía presagiar que el diálogo iba a ser uno más de los engaños a los que Obiang tiene acostumbrados a los partidos políticos y a la opinión pública nacional e internacional. Pasaban los días y la “amnistía total” seguía sin aplicarse.
En la ceremonia de inauguración del diálogo, Obiang volvió a sorprender, esta vez con un discurso opuesto al que él mismo había pronunciado el día 11 de junio cuando anunció la VI MDN. Si entonces Obiang había reconocido “lagunas” en el proceso de democratización que podrían estar en el origen de intentos de desestabilización del país, ahora aseguraba que “en el país no hay problemas, sino que la Mesa de Diálogo es una más de las que el Gobierno celebra con la oposición cada cuatro años…”
En la primera sesión, CPDS exigió la liberación inmediata de los presos políticos en aplicación del Decreto de Amnistía, siendo liberado al día siguiente Julián Abaga Nkogo, encarcelado por orden del ministro de Educación en diciembre de 2017, sin juicio ni condena. No fue liberado ni un solo preso más. En el desarrollo del diálogo, cuya mesa estaba presidida por el Primer Ministro, Francisco Pascual Obama Asué, el formato impuesto por el Gobierno, a modo de seminarios en los que “intelectuales” del PDGE daban pretendidamente lecciones a los asistentes, era una manifestación clara de que aquello no iba a conducir a ninguna parte. Pese a ello, se produjeron debates intensos e interesantes, con intervenciones críticas hechas, principalmente, por el Secretario General de CPDS, Andrés Esono, y el Presidente de UCD, Avelino Mocache. Otras intervenciones interesantes, como las del PSGE y de APGE, fueron desvirtuadas con la posterior firma de conformidad de sus líderes del acta final.
Los debates sirvieron para que los partidos políticos de la Oposición presentasen sus propuestas, 21 de ellas de CPDS, que planteó, entre otras cosas, la aplicación de la Amnistía total para liberar a todos los presos políticos, la disolución del Gobierno actual y la formación de otro de salvación nacional, la liberalización de los medios de comunicación con la legalización de su emisora Onda Libre, la aplicación de la Carta Africana sobre Democracia, Elecciones y Gobernabilidad, con la creación de una Administración Electoral independiente, la implantación del censo electoral biométrico y la introducción de la papeleta electoral única, todo ello con la asistencia técnica internacional, así como la legalización del partido FDR, y la puesta en marcha de un Plan nacional de lucha contra la pobreza.
Después de las cuatro sesiones públicas transmitidas en directo por RTVGE, mientras la Oposición esperaba que durante las sesiones a puerta cerrada se iniciaran las negociaciones para llegar a acuerdos sobre las propuestas planteadas, el Gobierno presentó un Acta redactada por la Mesa y en la que el Ejecutivo no se comprometía a nada, sino que se limitaba a tomar “buena nota” de las exigencias de los partidos políticos. Ante las protestas de la mayoría de los partidos allí presentes, Clemente Engonga Nguema Onguene formó una comisión para introducir modificaciones en el Acta, lo cual fue rechazado por CPDS pidiendo aumentar el número de sesiones para que las propuestas pudieran ser negociadas una por una, como se hace en todo diálogo. La Mesa rechazó la exigencia de CPDS y prometió que el documento que la comisión iba a modificar sería leído a las diez horas de la mañana siguiente antes de su firma durante el acto de clausura.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, el Gobierno se reunió con los partidos de la Coalición del PDGE para exigirles que firmasen el documento tal como había sido redactado, a lo que estos accedieron. Mientras tanto, CPDS y UCD llegaron a la hora acordada para la lectura del documento antes de su firma; esperaron en vano a que se produjera la reunión acordada, pero no hubo tal reunión, y llegó la hora de la clausura.
Así fue cómo CPDS y UCD se negaron a firmar el Acta de la VI Mesa de Diálogo Nacional, ausentándose de la ceremonia de clausura. Como en una buena dictadura, la ausencia de estos dos partidos y su negativa a firmar el Acta, fueron silenciadas por los medios de comunicación del régimen.
El día 25 de julio, se celebró una reunión de la Comisión de Vigilancia y Seguimiento del Pacto Nacional, cuyo objetivo era convencer a CPDS y UCD de que firmasen el documento. Según el ministro Engonga Nguema Onguene y el Secretario General del PDGE, Jerónimo Osa Osa Ekoro, los dos partidos no firmantes “tendrán que atenerse a las consecuencias derivabas de su acción”. Además, “tampoco se beneficiarían de los resultados de la VI Mesa de Diálogo”. Por otra parte, se les privó de su derecho a percibir la mitad de las dietas que fueron entregadas a todos los partidos por su participación en la Mesa de Diálogo.
La no aplicación de una amnistía decretada por el propio Obiang para, entre otras cosas, liberar a los presos políticos, y la ausencia de las firmas de CPDS y UCD, los dos únicos partidos de la oposición presentes en la Mesa de Diálogo Nacional, escenificaron el fracaso de la misma. Obiang no convocó el diálogo para resolver ningún problema real ni para dar lugar a ningún cambio en el país, sino para ver si podía driblar, por enésima vez, a todo el mundo, como lo viene haciendo, incluido el Fondo Monetario Internacional con el que están en negociaciones para una concesión de créditos. A partir de ahora, si Obiang no cumple las exigencias del FMI, tendrá que encontrar otra fórmula para obtener los fondos que necesita su Gobierno, y resolver, fuera de la Mesa de Diálogo Nacional, el problema interno de su régimen tras los acontecimientos del 24 de diciembre.