El filósofo español Victor Gomez Pin escribió en su blog sobre Jesus Molongwa Bayi Bayi:
«Jesús Molongwa Bayi Bayi, egiptólogo de formación, ha presentado en la Universitat Autònoma de Barcelona, un trabajo de fin de Master en Filosofía bajo el título «El paradigma egiptológico como nuevo lugar del filosofar en África», tema que se propone ampliar en una tesis doctoral. En realidad ese lugar para la filosofía sólo sería «nuevo» por el hecho de haber sido perdido…y encontrado: reencuentro con el verdadero origen, es decir, restauración de la civilización del Bajo Nilo en un trono que nuestra tradición historiográfica, al menos desde Gomperz, otorga a la Anatolia jónica. De alguna manera cabría decir que los jónicos, Tales de Mileto en primer lugar, no sólo adquirirían en las fuente del Nilo su conocimiento, sino incluso la idea de necesidad natural que en estas columnas he considerado como la que marca la frontera que conduce primero a la ciencia y después a la filosofía
Mientras escuchaba las reflexiones de Jesús Molongwa me venían a la mente las palabras que, a decir de Platón, escucha Solón «el más sabio de entre los siete sabios» en la ciudad egipcia de Sais de boca de un sacerdote egipcio: «Solón, Solón, eternos niños sois los griegos, no es viejo el griego… Ninguna arcaica tradición oral ha podido inculcar en vuestras almas opinión fundada ni ciencia emblanquecida por el tiempo«.
He tenido ya ocasión de evocar aquí las razones explicativas de esta supremacía de Egipto sobre Grecia:
Ambos países estás amenazados por inevitables catástrofes cíclicas que anulan la vida civilizada. La catástrofe no tiene el mismo peso cuando la provoca el fuego o cuando la provoca el agua, pues solo en el caso del fuego la destrucción es total. Pero aun tratándose de la calamidad causada por las aguas, hay una diferencia en la modalidad que adopta la catástrofe en uno y otro lugar, y esta diferencia tiene enormes consecuencias: la gravedad depende de si las aguas descienden torrencialmente o bien, como en Egipto, se trata del desbordar de un gran río. Pues en el segundo caso, en la llanura misma, aunque desaparecen las plantas, los animales y el hombre, se salvan los templos y las inscripciones que en ellos conservan la memoria colectiva. De ahí que, cuando las aguas descienden y los supervivientes en las cimas montañosas bajan a la llanura, restauran con ayuda de esa memoria escrita los cimientos de su civilización, lo cual hubiera sido mucho más difícil en base al contingente recuerdo subjetivo.
Así pues, mientras la catástrofe relativamente menor que supone el desbordar del Nilo preserva en Egipto lo esencial, en Grecia la torrencial destrucción cíclica hace que sus habitantes estén a intervalos condenados a empezar a cero.
Así pues la sabiduría de Solón tendría en Egipto algo más que matriz. ¿Sería también el caso de la ciencia y la filosofía de Tales? Simplemente carezco de competencia filológica o historiográfica para discernir con claridad en este fascinante asunto, y por ello mismo acompañaré con gran ínterés a Jesús Molongwa en sus investigaciones. En el interín me atengo a los pensadores griegos y retomo una pregunta de alguna manera elemental: ¿qué pasó para que la interrogación de Tales de Mileto o de Anaximandro relativa a cual es el elemento primordial del orden natural haya dado paso a una interrogación sobre el peso relativo de las facultades del sujeto humano en la configuración del orden físico? Traigo una vez más a colación la controversia entre el intelecto y los sentidos del texto que Galeno atribuye a Demócrito:
«Por mera convención nos referimos al color, y también por convención hablamos de lo dulce, por convención asimismo nos referimos a lo amargo; en realidad sólo hay átomos y vacío» aserta el intelecto. Mas al escuchar tal cosa los sentidos (aistheseis) responden al intelecto: «Pobre intelecto, pretendes vencernos a nosotros que somos las fuentes de tus evidencias. Tu victoria será tu derrota«
Los sentidos vienen a decir que al rebajar el peso de los mismos, al afirmar que lo único real en la naturaleza son los inasibles átomos y vacío, el intelecto sólo consigue vencer a su matriz, es decir la única fuente a partir de la cual cabe llegar a sus pretendidas evidencias. Sin duda el intelecto tendrá alguna respuesta, que a su vez levantará objeciones. Pero lo esencial es que la diatriba ha emergido, emergencia que es una de los rasgos definitorios de la filosofía.
¿Qué pasó, repito, en el seno de la física nacida en Jonia para que la cuestión del sujeto aparezca con una radicalidad que ya nunca será abandonada, y cuyos avatares se confunden con la historia misma de la filosofía? Pregunta tanto más relevante cuanto que la historia parece haberse repetido y desde hace ya más de un siglo la física misma se ha visto, casi por escrúpulo intelectual, forzada a abrirse a la interrogación metafísica, a retomar la polémica el texto de Galeno y de alguna manera también la cuestión trascendental de la Crítica de la Razón Pura, se decir: se ha visto obligada a pasar de la reflexión inmediata sobre la naturaleza a una reflexión sobre el ser que reflexiona.
[Publicado el 20/5/2015 a las 14:49]
Tesis Doctoral de Jesús Molongwa Bayi Bayi, monje dominico, egiptólogo y filósofo español, de origen ndowe GUINEOECUATORIANO. La tesis monumental ( más de 600 páginas, de las cuales más de 50 páginas son de una bibliografía que no pretende ser, según indica en su introducción, completa) argumenta las bases teóricas y fundacionales de la tesis que defiende el origen africano en general y egipcio en particular tanto de la ciencia como de la filosofía, origen silenciado y ninguneado por la tradición occidental, y revelado por los estudios y trabajos de grandes intelectuales africanos como Cheik Anta Diop, Gregoire Biyogo, etc… cuyas obras y aportaciones son estudiadas y presentadas también en la tesis.
Mbo Ebilan.
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