«¿Quien mató a Acacio Mëñë? Precisiones al libro de D. Rosendo Elá Nsue». P. Pedro Nkogo Eyi, C.M.F.

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¿QUIÉN MATÓ A ACACIO MËÑË?

Precisiones al libro de D. Rosendo Elá Nsue

“Historia de la Colonización y de la Descolonización de Guinea Ecuatorial por España” sobre la vida y muerte de Acacio Mëñë

  1. Pedro Nkogo Eyi, C.M.F.
  1. Ante todo la verdad.

Voy a intentar responder a esta seria y comprometida pregunta recordando,

  • primero, un clásico dicho atribuido al mismísimo Aristóteles: “Amicus Plato, sed magis amica veritas” (Amigo es Platón, pero más amiga es la verdad);
  • y, segundo, lo que dice un escritor moderno, español, Alfonso Armada: “El consenso historiográfico y social, sobre un hecho, el que sea, es imposible cuando el historiador hace un uso deliberadamente parcial y falseado de la historia”.
  1. Quién escribe estas precisiones.

Antes de nada, pido sinceras disculpas, por el siguiente largo paréntesis de presentación de quien responde a la estremecedora pregunta, ¿quién mató a Acacio Mëñë?

Soy el Padre Pedro Nkogo Eyi, C.M.F., misionero claretiano. Nací en Bikueme-Esangbwak, Bata, hace 83 años, pero mi madre se trasladó a Nkoo-Mvia Esangbwak, Bata, un pueblo distante de Ndziakom unos 3 o 4 kilómetros; yo tenía unos 7 años. Para los pobladitos de los alrededores, Ndziakom era como la gran ciudad. Allí estaba la Iglesia donde me bauticé y me confirmé, y la escuela; allí se tenía el mercado mensual de la venta del “Nkor mbon -yuca seca-”, venta que, prácticamente, era la única fuente de ingresos de las pobres familias de nuestros pueblos entonces.

  1. Quién era Acacio Mëñë.

Desde la tradición bantú Fań Acacio Mëñë era nuestro Moan kaa, es decir, nuestro sobrino, porque su madre era de nuestra tribu Esangbwak, de nuestra familia.

El nombre completo de Acacio, y pronunciado según los Fań es: Acacio Mëñë M’Elá Nkogo Mayé, hijo de Buenaventura Ela Nkogo Mayé y de Teresa Abogo Abeso. Se casó canónicamente con Marina Asangono de la tribu Esasun, con la que tuvo un solo hijo, Joaquín Mëñë M’Ela, y no “una familia numerosa” que dice don Rosendo Ela Nsue en su libro Historia de la Colonización y de la Descolonización de Guinea Ecuatorial por España, pag. 344. Acacio tuvo otro hijo extramatrimonial, que él reconoció, llamado Alejandro Mëñë M’Ela con una criada Bisió. Este hijo murió muy joven de un accidente de coche en una de las curvas de las fincas de Matorell, Dogo-Bata. Era policía de orden público.

Acacio era un gran agricultor. Tenía unos 100 braceros nigerianos que trabajaban en su finca de café y no también de cacao, que dice el autor del libro. En los mejores momentos de su economía, Acacio se dedicó también a la explotación de la madera creando una pequeña empresa denominada Madegui, (Maderas de Guinea Ecuatorial).

En aquellos momentos, como califica muy bien don Rosendo, autor del libro en cuestión, “Acacio construye una soberbia casa de dos plantas apta de consideración hasta la fecha”. Lástima de las imprecisas vaguedades del autor cuando habla de la inauguración de esta casa que yo presencié. Tenía entonces entre 15 y 16 años. Fue un acontecimiento sociopolítico de primera magnitud en la vida de Acacio Mëñë M’Ela. Un negro Fań del continente invitaba al Excmo. Señor Don Faustino Ruiz González, Vicealmirante, Gobernador General de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. Todos los pueblos del contorno se concentraron en aquel inolvidable y maravilloso día en Ndziakom. Llegó don Faustino con su aguerrida escolta. Taciana Nchama Ela, una sobrina de Acacio, fue la encargada de saludar al ilustre huésped declamando un poema del gran poeta nicaragüense Rubén Darío, titulado “La princesa está triste”.

  1. S. E. Teodoro Obiang Nguema Mbasogo visita el pueblo de Ndziakom.

El primer encuentro, de los muchos que he tenido con el Señor Presidente de la República Don Teodoro Obiang Nguema Mbasogo en Abayak, Malabo, le pregunté si conocía el pueblo de Acacio Mëñë, el hombre que entregó su vida por la libertad del pueblo del que él era ahora el presidente. No me respondió; pero a las dos semanas los medios informativos informaban que el Presidente de la República había visitado Ndziakom, el pueblo de Acacio Mëñë.

  1. Quiénes y porqué mataron a Acacio Mëñë.

Joaquín Mëñë M’Ela, hijo de Acacio, como ya sabemos, es un hombre de unos 70 años, entrevistado por mí, éste me informó:

“A una llamada del Comisario Español Jefe Superior de Policía de Bata, Señor Carmona, el día 16 de diciembre de 1959, desapareció para siempre su padre”. Supone, y con muy buena base, que lo mataron las autoridades coloniales españolas. Don Rosendo, en cambio, en su libro, implica seriamente a dos misioneros claretianos en esta muerte: los Padres Antonio Cañigueral y Nicolás Preboste. Copio textualmente de su libro:

  • “Tiempo supuesto del asesinato: 28 de noviembre de 1959.
  • Espacio: Misión Católica de Bata.
  • Móviles:
  1. Cumplimentar una llamada o invitación del sacerdote Antonio Cañigueral, su supuesto amigo, siendo detenido y conducido a la policía desde el mismo patio de la misión, inmediatamente al salir, una vez acabada la entrevista.
  2. La otra versión sobre el asesinato de Acacio Mëñë también la sitúa en la misma Misión Católica de Bata, esta vez, a iniciativa e invitación del mismo que va a la misión con el fin de confesarse y se confiesa con el P. Nicolás Preboste. Como en la versión 3-a, a la salida y en el mismo patio de la misión Acacio es detenido, conducido y desaparecido.
  3. De él o de Enrique, Carero Blanco, afirmará jactante en su discurso en Bata-1962 “Hace poco tuve que venir a cortar la cabeza de una serpiente negra en el estuario del Muni –Creemos, pues, que, esta aseveración hace referencia a Acacio y no a Enrique”, págs. 346 y 347.
  4. Precisiones a estas afirmaciones.

Totalmente falsas todas esas afirmaciones. Como les acabo de decir hace poco arriba, los pocos débiles datos sobre este terrible hecho, que siempre que lo recuerdo, me hace llorar, son los siguientes:

Siendo yo estudiante de teología en nuestro famoso Teologado Claretiano de Ciudad Jardín, Salamanca, curso 67-68, me encontré con el P. Preboste en nuestra antigua casa de huéspedes de Álvarez de Mendizábal de Madrid. Le espeté a bocajarro: “P. Preboste, dice el Presidente Macías que fuiste tú quien mató a Acacio Mëñë”. Noté en su rostro como un fuerte ictus de dolor. Me respondió: “Perico, (seguía llamándome como me llamaban en el colegio) ¿crees que yo podía hacer una cosa así a Acacio?” Con las manos en el fuego, creo sinceramente que no.

La siguiente información la tengo del P. José María Viñas Bosch, claretiano.

A una llamada del señor Carmona, Acacio, un poco preocupado, fue a ver a su amigo P. Preboste informándole de la llamada del señor comisario. El P. Preboste le preguntó si había tenido alguna reunión de tipo político o una caza furtiva de elefantes- Acacio era un buen cazador de elefantes-; éste le respondió que no. El P. Preboste le dijo: pues ve a ver por qué te llama. Pero Acacio desapareció para siempre. Suponer que el P. Preboste sabía que el señor Carmona iba a matar a Acacio por haberle dicho “pues ve a ver por qué te llama”, es una suposición diría yo un poco satánica, pero bajando un poco el calificativo, digo que es una suposición demasiado gratuita.

Esta otra información la tengo también del P. José María Viñas Bosch. El fiscal de colonias de la Región Continental, del Opus Dei, no recuerda su nombre, se dirigía espiritualmente con el P. Nicolás Preboste. Un día, después de sus charlas místicas, el fiscal le preguntó al P. Preboste:

“Padre, usted nunca me ha preguntado por lo de la muerte de Acacio Mëñë”. Éste, por la seriedad del problema, le respondió entre titubeos, pues, pues no. El fiscal le respondió: yo sí que sé quiénes mataron a Acacio Mëñë. Interrogué a todos los jefes españoles que tenían el mando en Guinea, empezando por el Gobernador General don Faustino Ruiz González. La conclusión que saqué era que todos estos fueron los que ordenaron la muerte de Acacio, y el señor Gobernador General como el primer inculpado. Como yo no podía decidir aquí mandé el expediente a Madrid. Silencio administrativo.

La desaparición y la posterior segura muerte de Acacio por las autoridades coloniales españolas, es una prueba clara de que Acacio estaba muy bien vigilado. Pienso que lo que hizo precipitar su detención y su posterior muerte fue el imprudente plantón que dio Acacio al caudillo no acudiendo a recibir la condecoración que le iba a imponer el señor Gobernador General en nombre de Franco. Acacio se olvidó del dicho castellano: lo cortés no quita lo valiente. Yo creo, de allí su fulminante muerte.

  1. Más errores del libro de D. Rosendo.

En los archivos de la Congregación de los Misioneros Claretianos en Guinea, desde la Primera expedición de los 12 misioneros, 6 padres y 6 hermanos, el 13 de noviembre de 1883 hasta la fecha de hoy, no ha habido un misionero que se llame Antonio Cañigueral.

En la Página 346 del libro que nos ocupa, hay dos fotos, una de la iglesia y la otra de los “familiares testimoniantes de Acacio Mëñë”.

Conozco al dedillo toda la familia de Acacio. Examiné y reexaminé las caras de los tres señores de la foto y ninguna cara me parecía como la de un familiar de Acacio. Hice un viaje expreso a Ndziacom para que Joaquín Mëñë, hijo de Acacio, me aclarara el misterio. Le enseñé la foto y sólo reconoció la cara del que ocupaba el centro de la foto, que dijo se llamaba Juan Angüe, un joven de Ndziacom. Le pregunté si era familiar suyo. Me respondió con una sonrisa un poco así así: bueno…, como mi padre Acacio era Esambira y el joven también Esambira y de Ndziacom, bueno, bueno, es familiar de Acacio.

Y en cuanto al texto del pie de la foto de la iglesia precisamos: Acacio construyó y no construyó esta iglesia. Me explico: Acacio puso la primera piedra que bendijo con toda solemnidad el Excmo. y Rdmo. P. Leoncio Fernández Galilea, Vicario Apostólico de Fernando Poo, obispo titular de Ariaso. El sacerdote encargado de la capilla de Ndziacom era el P. José Plaja Bosch que, naturalmente estaba presente; yo asistí como monaguillo llevándole la mitra al obispo.

Este pequeño y sencillo acto nos descubre también la gran dimensión social que tenía Acacio en la Guinea que se estaba gestando.

Acacio puso los cimientos de la iglesia hasta la viga de coronación y un poco más. Continuó con los trabajos de la iglesia la dinámica y queridísima Hna. Julita, religiosa agustina, culminando, finalmente, los trabajos Su Excelencia el Presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo al reconocer y decretar distrito urbano al pueblo de Ndziacom. Asistí al solemne acto de la bendición de la primera piedra del nuevo distrito urbano, concediéndome el Presidente de la República el gran honor de ofrecerme una paleta de cemento para que, como él lo acababa de hacer, lo hiciera yo también. La bendición la hizo el P. Juan Nzee, párroco de Ndziacom.

  1. Conclusión.

Tendría por muy bien empleado los malos momentos que he tenido, mientras iba escribiendo estas notas, si alguno, después de leerlas, cuestionara seriamente la veracidad de las afirmaciones contrarias.

Y como buen alumno de la escolástica, concluyo como empecé, con un dicho de la escolástica: “Sapientis est mutare consilium” (Es propio del sabio saber cambiar).