El imposible adiós de ExxonMobil a África

Darren Woods, el jefe de ExxonMobil, en la Bolsa de Nueva York el 1 de marzo de 2017. Brendan McDermid/Reuters

ExxonMobil es la que más dificultades está teniendo para deshacerse de sus activos en el continente. La razón principal de esta dificultad es que la compañía estadounidense tiene dificultades para aprovechar sus contactos con las presidencias africanas.

Los reveses de ExxonMobil en el continente se suceden. Desde hace varios años, a cada anuncio de salida de un país africano le siguen inevitablemente largas e infructuosas negociaciones con las autoridades, fracasando un acuerdo tras otro. Los gobiernos son muy reacios a desprenderse de la mayor empresa privada del mundo. Por un lado, consideran que ningún comprador potencial tendrá nunca los mismos recursos que ExxonMobil y quieren evitar ser degradados a la «segunda liga», donde sólo operan los actores más pequeños. Por otra parte, temen que se cierre una puerta con Washington, donde el gigante petrolero sigue siendo especialmente influyente.

Pero la reciente racha de fracasos de ExxonMobil en el África subsahariana no sólo tiene que ver con su condición de «insustituible». El informe arroja una luz especialmente dura sobre la incapacidad de la empresa para gestionar sus relaciones con los gobiernos. El jefe de ExxonMobil, Darren Woods, no ha realizado la más mínima visita al continente desde su nombramiento en 2017, a diferencia de su famoso predecesor, Rex Tillerson, que se marchó ese mismo año para dirigir el Departamento de Estado del presidente Donald Trump.

El espinoso asunto del Chad

La situación de ExxonMobil es ahora especialmente crítica en Chad. Sin embargo, todo hacía pensar que el acuerdo alcanzado a finales de 2021 entre esta gran empresa y Savannah Energy para la venta de sus intereses (40%) en el campo de Doba y el oleoducto de exportación a Kribi, en Camerún, iba a provocar rápidamente la salida de la petrolera estadounidense. Sin embargo, un año después del anuncio de un acuerdo de 360 millones de dólares, el gobierno de transición chadiano sigue condicionando su aprobación al pago de una importante prima de separación, no prevista en la normativa. E incluso si las negociaciones sobre el importe concluyeran en las próximas semanas, la compañía petrolera ya ha perdido más de un año. Desde la llegada del gobierno de coalición dirigido por Saleh Kebzabo a principios de octubre, el contexto político también se ha deteriorado, con varias decenas de muertos durante las manifestaciones en Yamena.

A pesar de la buena voluntad del ministro de Petróleo, Djerassem Le Bemadjiel (nombrado de nuevo hace menos de un mes), que quiere encontrar una solución lo antes posible, el gobierno de transición, en manos del presidente Mahamat Idriss Déby, conocido como «Kaka», desde abril de 2021, no cederá fácilmente. Sobre todo porque el ambiente dentro de la filial es explosivo: los empleados han multiplicado las huelgas en los últimos meses, llegando a ocupar ciertas infraestructuras como la pista de aterrizaje de Komé en septiembre de 2021, para oponerse al traslado con Savannah. Este episodio llevó a la sustitución de la jefa local de ExxonMobil, Carole Gall, por Cecile Rauline.

ExxonMobil no es la única que ha visto sus planes de salida impedidos por las autoridades de Yamena. El estancamiento es el mismo para Petronas, que ha acordado con Savannah la venta de su participación del 25% en los mismos activos por 266 millones de dólares. A la empresa malaya también se le ha impuesto la condición de una indemnización por despido, que hasta ahora se ha negado a pagar.

El peligro ecuatoguineano

El negocio de la super empresa estadounidense no va mejor en Guinea Ecuatorial. A principios de septiembre, la plataforma de almacenamiento y producción (FPSO) situada en el campo de Zafiro en alta mar sufrió un accidente, lo que obligó al operador ExxonMobil a reducir la producción, que aún no ha vuelto a su nivel inicial (19.000 b/d). Este acontecimiento -¿el último de una larga serie? – se produce después de años de ausencia de inversión por parte de ExxonMobil, que ha indicado en 2019 su deseo de vender su participación del 71% en este campo envejecido.

Al igual que en Chad, el gobierno ecuatoguineano está alargando el proceso. Incluso se opuso a la empresa británica Trident Energy, que había acordado comprar los intereses de ExxonMobil en 2019. Esta empresa, que tenía la desventaja de estar dirigida por ejecutivos franceses, entre ellos su jefe Jean-Michel Jacoulot (antiguo director general de Perenco), ha pagado directamente el precio del deterioro de las relaciones entre el vicepresidente Teodorín Obiang Nguema -sucesor putativo de su padre en la presidencia- y el Estado francés. El juicio por «bienes mal adquiridos», al final del cual Teodorín Obiang fue condenado a tres años de prisión con suspensión de la pena en 2020, ha agriado la relación entre las autoridades de Malabo y la comunidad empresarial francesa.

Desde el fracaso de Trident Energy, y a pesar de nuevos intentos infructuosos de Jacoulot sobre Zafiro durante 2020, el Estado ecuatoguineano no ha llegado a considerar otra oferta que proponga establecer acuerdos entre los operadores y la empresa estatal GEPetrol (titular del 29% restante de la licencia de Zafiro) con el objetivo de acabar en una asociación para comprar las acciones de ExxonMobil. La concesión expira en 2026 y el valor de mercado del activo para ExxonMobil está disminuyendo a medida que las reservas disminuyen, la infraestructura de producción se deteriora y la fecha de vencimiento del contrato se acerca. A pesar de las presiones de la diplomacia estadounidense -la embajadora en Malabo, Susan N. Stevenson, se movilizó en 2021 para que el gobierno validara las ofertas propuestas por ExxonMobil-, ésta no consigue deshacerse de un activo que, hasta hace dos años, estaba valorado en más de mil millones de dólares.

La debacle con el Seplat

En Nigeria, al igual que en el Chad, todo parecía ir bien para ExxonMobil, a la que se le planteó una oferta por sus licencias marinas poco profundas -OML 67, 68, 70 y 104- a principios de 2022, de las que quería deshacerse desde hacía varios años. El licitador, la junior nigeriana Seplat, se comprometió en febrero a poner 1.300 millones de dólares sobre la mesa para hacerse con 85.000 b/d de producción. Pero la política local decidió lo contrario. La empresa estatal NNPC, que posee el 60% de todos los bloques, ejerció su derecho de tanteo y bloqueó el proceso en julio a través del Tribunal Superior de Abuja.

En octubre, el presidente nigeriano Muhammadu Buhari, que también es ministro de Petróleo, pidió a la NNPC que se hiciera cargo de los bloques de la empresa estadounidense. Al parecer, el director general de NNPC, el poderoso Mele Kyari, está intentando negociar un acuerdo con los equipos de ExxonMobil en Lagos que sea menos costoso para el Estado. El director comercial de la filial nigeriana, Roland Schustereder, que estaba al frente del expediente hasta agosto de 2022, no ha sido sustituido. El nigeriano Toyin Longe, que parecía tener un perfil más político capaz de manejar la situación, había sido tanteado durante un tiempo para ocupar su lugar, pero finalmente decidió dejar la compañia, incorporándose al Boston Consulting Group en septiembre de 2022.

Señales antiguas

Mucho antes de esta serie de fracasos en Chad, Guinea Ecuatorial y Nigeria, ExxonMobil había sufrido otros reveses en el continente. En 2010, el gobierno ghanés impidió a la empresa comprar las acciones de Kosmos Energy en el yacimiento de Jubilee, que debía entrar en funcionamiento en diciembre de ese año. El gobierno del presidente John Atta-Mills respaldó el acuerdo de 4.000 millones de dólares, obligando a Kosmos a permanecer en el país en contra de su voluntad. En aquel momento, el gobierno quería gravar las plusvalías tan alto que era imposible cerrar ningún acuerdo.

Africa Intelligence, 8 de noviembre 2022

ÁFRICA : El largo y doloroso adiós de ExxonMobil a África (africaintelligence.com)