Como siempre, como en la publicación anterior, he querido decir cosas raras… Dejo a juicio del lector poner el calificativo que más le convenga.
En el caso de Núria-Obono Dong Andeme, he leído el artículo de Plácido Micô (¿abogado defensor?) y el de Sergio Abeso Tomo (¿fiscal?)
Ante tanta sabiduría que destilan en sus conclusiones finales los dos articulistas yo, profano, fatuo, no facundo y demás señas, me he quedado con un dolor de cabeza, no como el de Béguer, sino como el de aquel tío mío que ante la fatiga y el desgaste emocional, durante la conferencia constituyente en Madrid, con acento fang y pensar sibilino que le caracterizaban, dijo: Â tata Bote ¿a dónde va Guinea…?
A mi juicio, en el caso que nos ocupa nos falta, digo me falta, la conclusión definitiva, por no decir sentencia del juez para que yo pueda decir ¡¡ Caso cerrado!! Señor juez, por favor sé valiente y denos su opinión/veredicto sobre el caso Núria. A buen juez, mejor testigo: el pueblo.
Mientras espero el artículo del juez para definir claramente mi postura ante el “embroglio Núria”, ruego y pido se me permita pensar.
Pienso que, si poder pensar libremente pudiera, el COVID-19 está cambiando muchas cosas en este valle de sangre que es Guinea. Me imagino la sangre de Cristo en el huerto Getsemaní.
Pienso que ha cambiado nuestra “filosofía” de más vale un pueblo culto que rico. Porque Nigeria, con su Dankota y Suráfrica con Openheimer han demostrado hasta la saciedad que, ante esta pandemia “más vale un pueblo culto y rico” Sirven también de ejemplo las medidas adoptadas principalmente con sus propios recursos por los pueblos Corea del Sur, Vietnam y Taiwán… Y porque no, también nuestra “Madre patria España,” que antaño decíamos con euforia en nuestros floridos discursos.
Pienso que, si tengo esa libertad, toda persona debe ser culta y rica en Guinea, como en todo el mundo. Estamos hechos de cuerpo y alma. La riqueza material pertenece al cuerpo y a nuestras almas, el ka de los antiguos egipcios, corresponde la cultura. Si en Guinea fuésemos todos cultos y ricos nuestras voluntarias aportaciones contra la pandemia hubiesen subido a más; y sin que la mano izquierda sepa lo que ha dado la derecha.
Pienso que, si se me permite pensar, a la vista del acelerado incremento de contagiados identificados, el Gobierno debe adoptar las medidas necesarias y convenientes, dentro de sus posibilidades, con recursos internos y externos, para que los hospitales de todo el país, en especial los de Mikokmeseng (la reforma del viejo y construcción del nuevo costaron más de 6 mil millones de Francos cfa) y el de Sok Somo (cuyas cifras no tengo) puedan dichos edificios estar disponibles para curar y aislar en cada distrito a las personas que lo necesiten, en lugar de trasladarlas de un sitio a otro, dando ocasión así, sin querer, a más contaminaciones. Porque no en vano lanza la OMS sus mensajes de más esfuerzos de prevención a los países africanos, como el oráculo de Delfos o el anuncio de Moisés al Faraón sobre las plagas venideras.
Pienso, perdón si me atrevo a pensar, que, pese a nuestras actuales vulnerabilidades, desequilibrios económicos y financieros y pese a nuestras desigualdades sociales, originado todo ello por una mala distribución de los ingresos hidrocarburíferos en aquellos tiempos de vacas gordas; desequilibrios y vulnerabilidades incrementados últimamente por las consecuencias del no coronado Coronavirus, COVID-19, pienso que el Gobierno debe incrementar su desempeño para cumplir sus compromisos relacionados con el Servicio Ampliado del Fondo (SAF) y con su dificultosa pretensión de adherirse a la ITIE.
Para mantener contactos personales encaminados a la puesta en marcha de esos procesos de interés nacional no es necesaria la presencia física en el país de misiones o delegaciones internacionales; cuyo número de individuos ya delimitó el Gobierno días atrás a solamente cuatro personas. Las técnicas modernas de telecomunicaciones permiten las videoconferencias para casos como el seguimiento de los procesos arrida citados. Se sabe que el FMI ha hecho al Gobierno una propuesta en este sentido y espera una respuesta oficial.
Sigo pensando. En la lucha contra el COVID-19, pienso que el Gobierno debe involucrar a todas las fuerzas vivas y sectores nacionales; porque ver siempre las mismas caras en los medios de comunicación, para más señas, la mayoría funcionarios (tienen pelos en la lengua), y escuchar siempre una información soslayada y de sentido único disminuye la credibilidad y la atracción en la población más desfavorecida que, desgraciadamente, es la más abundante en nuestro país.
Por ejemplo, en el programa A Fondo y otros de la RTVGE, deberían participar actores de la sociedad civil llamada Tercer Sector, así como expertos de las representaciones diplomáticas y similares, para evitar en las tertulias ciertos discos rayados. Un laboratorio del Instituto Pasteur no nos vendría mal en la Región continental.
Pienso que, y con esto acabo, Núria debería hacerse conocer más por los medios sociales. Unos quieren saber más cosas sobre su persona, vida profesional, familiar; otros se preguntan si tiene algún parentesco con aquel Dong Andeme, abogado, exempleado de SGDB; o con Owono Dong Andeme. En lo que a mí respecta, deseo que Núria, hoy zarandeada por los calenturientos aires guineanos, como hoja de su tallo caída, pueda el día de mañana emular en lo posible a su homónima catalana y poetisa, Núria Albó, que acabó siendo alcaldesa de su municipio.
Para terminar, pido perdón a quien corresponda si me he atrevido a pensar de esta manera.
Hilario SUE ALENE, Homo lambda.
Malabo, 26.04.2020.