Publicado por Gonzalo Gómez en | marzo 22, 2022
Ecuatoguineana, vive en Barcelona desde los 16 años. Ha publicado varios libros sobre temas de género y mujeres migrantes africanas. Fundó la Editorial Mey, centrada en autores africanos y, en particular, de Guinea Ecuatorial.
Remei Sipi se autodefine como «una mujer bubi que lleva muchos años en Cataluña». «Lectora incansable –también–, sobre todo de mujeres negras», pero durante años se limitaba forzosamente a las mujeres afroamericanas, porque eran las que estaban traducidas. «Al principio no encontraba libros escritos por africanos en general, hasta que aparecieron; y entre ellos, este gran libro, que es para mí una obra de cabecera», dice. Trae a la entrevista la edición más reciente de Mi carta más larga, la de Wanafrica, pero reconoce la que llevamos nosotros, de Zanzíbar Editorial, como la primera que leyó: «Mi primer libro está completamente subrayado. Es mi libro de trabajo. (…) Cuando quiero escribir cualquier cosa, muchas veces, abro el libro al azar y leo».
Mariama Bâ, la autora, fue una senegalesa preocupada por los derechos de las mujeres y muy crítica con la poligamia, «pero en su época debía hacerlo con bastante sutileza para que la comunidad no se le echara encima», aclara Sipi. «Fue una pionera. Si tenemos que hablar de feminismos africanos o de la gente que ha luchado por los derechos de las mujeres, debemos incluirla –añade–. En las tertulias que tengo en Barcelona les digo a las mujeres que lean el libro si quieren conocer a las mujeres africanas».
Mi carta más larga comienza con la muerte del marido de la narradora. A partir de entonces se suceden las cartas que esta le escribe a una amiga. ¿Son generalizables estas situaciones que cuenta la voz protagonista? «La situación no es uniforme en África, pero en muchos países se dan circunstancias compartidas para la viuda: las ceremonias que hay que hacer, la situación en la que queda… A mí me impresionó leerlo y me llevó a mi Guinea natal, a mi pueblo. Me dije, “mira, esta ceremonia también la hacemos”», contesta la escritora y editora que, además, quita importancia al hecho de que la acción del libro suceda en un contexto musulmán: «Hay que tener en cuenta que ser musulmán en África es diferente. Ella es musulmana, pero muchas de las cosas que explica no tienen que ver con ese mundo sino con el de los ancestros africanos. Así que, sí, me puedo trasladar a Guinea y a mi pueblo bubi en cuanto a ceremonias…», dice.
Al principio de la conversación, Sipi compara Mi carta más larga con la famosa Una habitación propia, de Virginia Woolf; la lectura de una le lleva a la otra, y viceversa. Entrados en la charla le preguntamos si sería un buen ejercicio, entonces, proponer para una tertulia la lectura en paralelo de los dos títulos. Remei Sipi no lo ve claro: «No estamos acostumbrados. Creo que queda un camino que recorrer. Si la gente me escucha decir que las comparo pensarán que soy pretenciosa, porque todavía persiste la mentalidad de que lo bueno, lo real, lo que tiene categoría, es lo de Occidente», dice. En nuestra opinión, la novela de Bâ –lírica, perspicaz, inteligente…– aguanta sobradamente las comparaciones.
«Lo que más destacaría de Mi carta más larga son las relaciones personales y también el patriarcado, que está muy radicado. Hasta en el duelo son ellos los que mandan», dice Sipi. «Este libro es una recomendación para todo el mundo, no solo a los africanos; pero principalmente a las mujeres. Con la última edición hemos podido debatir sobre el libro con jóvenes. Esta nueva generación de africanas o afrodescendientes o racializadas, que les llaman ahora, han de meterse en los libros de estas grandes pensadoras africanas», concluye.